Sunday, April 10, 2011

El cine y [el reflejo de] la realidad

Nos resulta difícil olvidar aquella anécdota, casi convertida en leyenda, de la primera proyección pública de cine. Los hermanos Lumiere y el tren que parecía dirigirse hacia una audiencia que huyó despavorida. El siglo XXI ríe a carcajadas. ¿En qué momento aprendimos a diferenciar lo que estaba en una pantalla de la realidad? O, ¿por qué creemos que lo que ocurre en la pantalla no es la realidad? [...seguir leyendo]
Si quieren seguir leyendo, visiten La Hoja de Arena en: http://www.lahojadearena.com/, no se pierdan cada mes la columna "Cuando se apagan las luces...", donde Annie Hall nos comparte una mirada profunda al papel del cine en la sociedad, y al papel de la sociedad en el cine. 

Friday, January 7, 2011

Bitácora de ensayos: Versus Mascotas

Comienzo el año haciéndome de unos cuantos enemigos. Me imagino que un ensayo a favor del nazismo no levantaría tanto a las masas en mi contra como el que leerán a continuación.*

El amo y señor de las mascotas o Por qué mi perro es lo máximo en la vida

Los animales de compañía han sido una parte fundamental en la estructura social desde el inicio de la humanidad. Mascota, del francés mascotte, talismán. En el origen del concepto encontramos una condición claramente egoísta, lo llevas porque te trae buena fortuna. Sin ningún motivo funcional, los humanos los cargaban como amuletos. A pesar de que hoy han perdido la reputación como elementos de la suerte, no dejan de ser uno de los síntomas más claros del egocentrismo contemporáneo. Para empezar, llamarse amo o dueño de una mascota implica obligarla a vivir a tu merced.

Extrañamente llamados los mejores amigos del hombre, a los perros se les ha dotado de una condición de fidelidad impensable para un animal. Son instintivos; van donde hay calor y comida. Pensar que tu mascota te quiere por ser quien eres es de las concepciones más narcisistas que se nos pudo ocurrir.

Sé que a muchos les romperá el corazón saber que los animales domésticos son irreflexivos y la noción de que puedan abstraer o sentir (desde el punto de vista de estados emocionales, no de sensibilidad, e.g. si le pegas a un perro, siente) es sólo resultado de la sobreestimación de sus ególatras alimentadores. Incluso la idea de la lealtad está muy por encima de lo que las mascotas pueden intuir. No es inusual que ellas mismas ataquen a sus dueños cuando así lo ven necesario. Y no, no les da remordimiento.

Si ya no son amuletos tal cual, no significa que hayan perdido completamente alguna función social. No puedo evitar pensar en estas modas donde los perros (preferiblemente pequeños) son llevados como accesorios complementarios de un atuendo y una actitud. Todas corran por su perrito miniatura para llevarlo a todas partes, sin olvidar pavonearse presumiendo el mérito que implica cuidar a un pobre animalito. En realidad son como cualquier otra compra y paradigmas del consumismo.

Vestirlos con suetercitos apretados y demás intentos por personificarlos es pretender despojar a las mascotas de sus cualidades animales para hacerlas más parecidas a nosotros. Si eso no es síntoma del narcisismo que origina adquirir una mascota, no sé qué es. No queremos un animal de compañía, queremos un muñequito para vestir, presumir y de paso que entretenga.

Por si fuera poco ahora no sólo es importante tener una mascota, sino tener ciertas mascotas. Se pagan decenas de miles de pesos por un gato árabe de raza pura, un perro con “pedigree”, o la especie más fina de los hurones/hamsters/iguanas/peces, alimentando así el clasismo. No sólo se convierte en un símbolo de estatus para sus dueños, sino le da un valor agregado – completamente arbitrario – a los animales.

Se podría argumentar que no todos los propietarios de animales domesticados los tratan como accesorios o los utilizan como símbolos de estatus. Sin embargo la enorme mayoría peca de creer que estos animales los dotan de una virtud solo por cuidar de ellos y amarlos por sobre todas las cosas.

“Soy un mejor ser humano porque alimento a mis tortugas/recogí un perro callejero/tengo cinco gatos”. Entonces, comerte a las vacas, los pollos y los cerdos, ¿te haría un mal ser humano? He ahí, otra de las grandes contrariedades de las mascotas. En momentos de hambre absoluta, ¿te comerías a tu perro? ¿Ni por salvar a tu familia? Tengo noticias para tí: tu mascota te comería si así lo viera necesario.

Es natural que cuando uno expresa cariño espere reciprocidad, sin embargo, pensar que tus mascotas te quieren o te extrañan es meramente producto de una construcción egocentrista. Las tienes porque te hacen compañía, felizmente puedes disponer de ellas como si nada pasara, tus vacaciones son más importantes, tu vida es más importante.

No es que me postule en contra de las mascotas (animales en general), pero me parece equivocada la noción formada a su alrededor; especialmente la idea detrás de su fidelidad, amistad y cariño. Las mascotas son, por definición, una representación de la importancia que se da el hombre ante todas las cosas. No son el animal en sí, son el concepto creado alrededor del animal, humanizarlo y buscar nuestro reflejo en él.

*Obvio aquí viene el disclaimer:
Este ensayo nació del ejercicio de postularse en contra de
algo controvertido. Escogí las mascotas porque hay gente
que defendería a su perro/gato antes que a su mamá.
Sí, un poco motivado por el trauma de que tuve una
infancia privada de mascotas.