Tengo una manía por las diferencias culturales y los shocks que provocan en cada persona. Pocas cosas me fascinan tanto como las diferencias entre personas de diferentes orígenes
Con el paso del tiempo he desarrollado una especie de obsesión por vivir esas diferencias lo más intensamente posible. Desde el lenguaje, gestos, tonos y costumbres, hasta preferencias en la música, la comida y los estilos de vida. Tengo un interés especial por los franceses. Las caras que hacen, como truenenan la boca cuando hablan, como se visten y, particularmente, sus hábitos alimenticios.
Hace unos años encontré una película cuyo tema central es la comparación entre las conductas, costumbres y percepciones de los franceses y los norteamericanos. Le Divorce. La vi con mi madre y una escena sembró en nosotras un fetiche. Naomi Watts es una gringa viviendo en Francia y divorciándose de su esposo francés. Su suegra la atormenta. Reunidas es un departamento tomando café, la suegra abre la azucarera y encuentra azúcar en polvo. "Why don't you have sugar cubes like a proper French girl?" le dice acusándola de nunca haberse adaptado al país.
Un detalle que todos hubiéramos pasado por alto se vuelve relevante cuando te diferencia de los demás. Efectivamente, mi madre y yo encontramos que en Francia el azúcar se sirve en terrones para acompañar el café au lait sentado en esas mesas redondas diminutas. El azúcar refinada, no el Splenda y demás babosadas. Recordamos el momento de la película.
Desde entonces los terrones de azúcar tienen un significado especial para nosotras. No sólo es azúcar en un cubo, es azúcar como los franceses lo toman. Oui, très chic.
Desde entonces los terrones de azúcar tienen un significado especial para nosotras. No sólo es azúcar en un cubo, es azúcar como los franceses lo toman. Oui, très chic.
Ah, por cierto, si algún día vienen a mi casa y quieren azúcar en su café o té, adivinen cómo lo van a encontrar.
1 comment:
carajo nats.
quisiera escribir como tú.
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